- ¿Por qué lo haces?
La pregunta venía sin rodeos pero sin agresividades.
- ¿Qué cosa?
- Me hueles... todas las mañanas me hueles.
-Todas las mañanas inundo mis pulmones con tu olor. Todas las mañanas acaricio tu piel con mi rostro para guardar la sensación tuya dentro de mi ser, -tras esperar un poco, levantó el rostro de su cuello y ambos se miraron fijamente -te guardo dentro de mí porque si hoy no regreso, si hoy fuese mi último día, moriría teniéndote dentro de mi, sin sentirme solo, sin sentirme lejos de ti.
Los ojos de ella le miraron con ternura, ternura que disfrazaba la preocupación que sentía con aquellas palabras.
-Todos vamos a morir, mujer. -Recostó nuevamente el rostro en la almohada y acarició suavemente su cabello-. Algún día y seguramente sin nuestro consentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario