Hace varios días fui a ver a mi abuelo, a enseñarle las fotos de la boda ya que él no pudo asistir a la misma debido a su avanzada edad (casi 90 años). Mi esposa y yo le regalamos un cuadro con una foto nuestro para que la pusiera junto con las fotos de boda de sus hijos -de hecho la pusimos nada más se la entregamos- y pues tuviera un recuerdo de nosotros en aquel gran día.
En esa ocasión, platicábamos de un cuadro que compró hace más de 50 años, en la década de los años sesenta.
Platicar con mi abuelo es algo que realmente me agrada, disfruto de escuchar sus historias y de como se sorprende con lo que yo llego a contarle, sea de tecnología, cosas graciosas, vacaciones o trabajos. Además me gusta mucho escucharlo contar recuerdos o momentos pasados o sino simples anécdotas hasta de partidas de dominó -es un crack-, juego que tanto domina y quiere.
Esta ocasión, nos contó que iban paseando mi abuela, que en paz descanse, y él por el eje central, entre la torre latino y el palacio de Bellas Artes, cuando en una de las calles intermedias se encontraba un extranjero que pintaba desde cero, usando como único utensilio su dedo, pequeños cuadros de paisajes. Compraron pues dos cuadros que frente a sus ojos fueron tomando vida, una fuerte y vigorosa cascada oculta en medio de un bosque y un tranquilo mar bajo el vuelo de unas gaviotas. Ambos cuadros costaron la cantidad de veinte pesos que para este entonces hubieran sido unos 800.00 MXN o 900.00 MXN, algo aproximado a unos 70 USD. Nos mostró entonces el cuadro de la cascada en el bosque y nos comentó que no recordaba que había pasado con el cuadro del mar. Al ver entonces el cuadro de la cascada en el bosque, inmediatamente vino a mi mente un pequeño cuadro que tenía yo desde hace mucho tiempo, un mar con un fuerte olaje chocando contra la playa -o quizás bahía- bajo el vuelo de u par de gaviotas, pintado bajo la misma técnica.
Platicar con mi abuelo es algo que realmente me agrada, disfruto de escuchar sus historias y de como se sorprende con lo que yo llego a contarle, sea de tecnología, cosas graciosas, vacaciones o trabajos. Además me gusta mucho escucharlo contar recuerdos o momentos pasados o sino simples anécdotas hasta de partidas de dominó -es un crack-, juego que tanto domina y quiere.
Esta ocasión, nos contó que iban paseando mi abuela, que en paz descanse, y él por el eje central, entre la torre latino y el palacio de Bellas Artes, cuando en una de las calles intermedias se encontraba un extranjero que pintaba desde cero, usando como único utensilio su dedo, pequeños cuadros de paisajes. Compraron pues dos cuadros que frente a sus ojos fueron tomando vida, una fuerte y vigorosa cascada oculta en medio de un bosque y un tranquilo mar bajo el vuelo de unas gaviotas. Ambos cuadros costaron la cantidad de veinte pesos que para este entonces hubieran sido unos 800.00 MXN o 900.00 MXN, algo aproximado a unos 70 USD. Nos mostró entonces el cuadro de la cascada en el bosque y nos comentó que no recordaba que había pasado con el cuadro del mar. Al ver entonces el cuadro de la cascada en el bosque, inmediatamente vino a mi mente un pequeño cuadro que tenía yo desde hace mucho tiempo, un mar con un fuerte olaje chocando contra la playa -o quizás bahía- bajo el vuelo de u par de gaviotas, pintado bajo la misma técnica.
Al hurgar por mi memoria, recordé que aquél cuadro mi madre lo había tenido en la casa y que yo, después de que ella lo moviera, lo había tomado para colocarlo en mi cuarto. El año pasado cuando me mudé al departamento que actualmente habito con mi esposa, lo traje conmigo y ahora se encuentra adornando las paredes.
Pues bien, le comenté la descripción a mi abuelo y no tardó en decir que, en efecto, aquél era el cuadro que había comprado hace más de 50 años por la gran cantidad -en aquél entonces- de diez pesos. Reímos en aquél momento, con mucho gusto y cariño me encomendó cuidar de aquel cuadro con tanta historia y que el mismo presencio pintar y, con mucho gusto, de igual manera le prometí yo que aquel cuadro seguiría pasando en la tradición familiar.
Los cuadros reunidos una vez más. |
Seguro es, entonces, que aquella curiosidad de mis abuelos por el cuadro se despertó en mí el día en que lo vi, y ahora tengo la responsabilidad que esa misma curiosidad, se despierte en mis futuros hijos o en mis más futuros nietos. ¿Al final de cuentas la responsabilidad de un escaldo es la misma, o no?
Finalmente, los cuadros se reunieron varios días después, cuando pasamos a visitar nuevamente a mi abuelo, en esta ocasión fuimos junto con mis padres a visitarlo y mi abuelo le contó a mi papá la historia del cuadro (su mano es la que sostiene el cuadro en la comparativa).
Recordar sin duda es volver a vivir y mucho más cuando se tienen historias escondidas.
Finalmente, los cuadros se reunieron varios días después, cuando pasamos a visitar nuevamente a mi abuelo, en esta ocasión fuimos junto con mis padres a visitarlo y mi abuelo le contó a mi papá la historia del cuadro (su mano es la que sostiene el cuadro en la comparativa).
Recordar sin duda es volver a vivir y mucho más cuando se tienen historias escondidas.
2 comentarios:
A veces en pequeñas cosas se esconden grandes historias
Sin lugar a dudas, sin lugar a dudas.
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